15 abril, 2006

La Distancia

Ahora que entre nosotros hay
Nuevamente muchos kilómetros que nos separan
Los días se me pasan muy rápido y las noches tan lentamente...

Esta vez te me fuiste tan de repente.
Pensamos que sería breve el espacio
Pero ya hay un record que hasta se supera a sí mismo

Ojalá pudiera halar como una tela la distancia
Y traerte de vuelta vestida de noche
Para que poses tus estrellas en mi infinita nostalgia

Aquí esta tu humilde caballo de mar, atento
Ese que fecundaste con tus besos
Asi como custodia el pez payaso a la anémona

El unicornio silba a la noche
Para lograr que su amigo el centauro
Te monte en una flecha y te dirija hacia acá.

Esta semana he recibido noticias grandes.
Parece que la sequía termina
Porque las nubes manchadas de cenizas gritan tu llegada

Este domingo clavo mis pies en el sitio
Me llenaré de gases del modernismo
Para ver tu rostro agraciado de alegría

Quiero para ti un sinfin de arte,
Armonías, cariños, asombro nocturno y matutino
En mi cofre muscular hay un sinfin de estrellas queriendo ser conquistadas por tus besos

Comparación

Las líneas en las imágenes me encantan por tal razón cualquiera de ellas que veo en la realidad no escapan de mi lente. Esta sabana me trae un poco de nostalgia, de esa que me encanta sentir.











Otra versión de estas líneas..., sin embargo aún no atino a saber cual de estas dos versiones es la mejor, como buen padre de mis fotos creo que no tengo preferencias.

Buen Cuadre

Un clikeo rápido de la camara a veces queda bien, como esta lleno de eso que me gusta, esta foto me he vislumbrado. Se ve como el camino que todos debemos seguir para buscar simplemente lo nuestro.

Colonial

En las solitarias calles de esta ciudad colonial, o por lo menos lo poco que queda de ella, quiza andan algunas almas divagando para tratar de retroceder lo que alguna vez vivieron...

Ángulos



La fotografía natural es otro de mis gustos. La naturaleza trae tantos buenos sentimientos que se disfrutan y es ella quien nos regala sus tantos colores.










La aridez de este lugar contrasta con esta estructura a medio terminar, el hombre busca ganar de ella lo que ya le ha robado.











"Desesperanza"

Es víspera de Navidad y lo único que te pido es que me ayudes.
Mi vida se ha convertido en un galpón donde han arrumado desperdicios
Es desastroso, OH Dios! necesito una mano
Mi mente divaga en las penumbras que recientemente construí.
Es penoso pero es así, Quisiera poder retrocederlo todo

Tú, fiel amante de mis laberintos
Cenicienta de mis cuentos de hadas
Yo, tu príncipe salvador.
¡Te he hecho mucho daño!
Y aunque no llegue a mucho es difícil de aceptarlo porque es así.

Extraño tus caricias nocturnas.
Tus soliloquios los escucho pero sólo en sueños
Tu piel caliente no me dará calor durante un buen tiempo
Ya las noches frías serán para mí eternas porque no estarás
Tendré que evolucionar, tal vez, agregarle mas grasa
a mis células epidérmicas

Mis ojos han caído en lluvias eternas
La selva nublada que era mi corazón se ha secado
Los vientos diurnos ya han pasado a ser nocturnos
Y son esos los que secan mi vegetación verde y agreste
Sólo hay huellas de lobos y aves de rapiña
Que devoran los pocos organismos que justifican mis alegrías

En los días de recuerdos me acechan los fantasmas de tus sonrisas
Y tus dientes blancos me recuerdan el color de mis ojos malogrados
Quiero llegar a ser aquel amante que supo tus fórmulas amorosas.
Este tiempo que estamos propiciando puede ser perjuicio
De todo aquello que alguna vez quisimos construir,
¡No es todo!, yo no quiero que esto sea todo

Esto ha sido como el terremoto que quiso agrietarnos
El maremoto que quiso inundarnos
Pero si las grandes ciudades han surgido, tomemos ese ejemplo
Nos quieren apretar pero no ahorcar, te lo aseguro
Reparemos nuestros planes, nuestras sonrisas
Y desechemos todo eso que nos tortura el amor
Todavía esta en mi memoria esa niña que se parecerá a ti,
Ese niño que quiero que sea como yo,
Y Las cactáceas que inundarán nuestro próximo jardín Botánico, Justo ahora están creciendo, están chiquititas ¿No lo ves?
No nos alejemos, te lo imploro, si quieres rasgo mis rodillas contra el asfalto
Pero te necesito, aunque pienses el peor de los castigos jamás pensado

Diciembre de 2003

"Historia Mia y de Mi Sueño"

Sentado frente a la computadora e intentado capturar historias en el aire decidió que ya ninguna, ficticia por demás, quería acompañarlo. Todas eran hasta inconcebibles y cada una de ellas le exigían aventuras en su desganada vida. No había mas que muros que lo apretujaban y espadas que lo cercenaban cual muñeco de goma.
Las horas pasaban y asintió consigo mismo contar su propia historia, pero no desde su nacimiento sino una vivida recientemente, soñada con mente tan viajera como el quijote y pensada y construida como las historias de Julio Verne.
Desde hace algún tiempo no se encontraba como aprendiz de escritor y sólo se limitaba a escribir poemas o desahogos para sacar de su trillada mente todos los problemas, amorosos en su totalidad, que le aquejaban la diaria contienda. Tenia meses que ni se disponía a tocar su guitarra o salir con sus pocos amigos –amistades, como ella les llamaba- por tan sólo darle larga a sus asuntos profundos y despiadados.
Un día tan normal como todos, soñó algo mágico. Luego de tantos sueños desesperantes logró capturar uno. En él, se levanto de su cama y subió al techo de su casa, miró hacia arriba sin saber por qué y esperó algo, que tampoco lograba atinar qué era. Los minutos pasaban y él, con las manos alzadas, predispuso unas palabras "Conmigo y sin ti viviré mi vida". Se acercó a la orilla del tejado, cerró los ojos y dio un salto tan esperanzador que ni el mismo lo profesó. Viajó por un lugar extraño. Lo que mas alcanzó a ver fue un umbral de colores, destellantes, intensos, que lo dirigía a aquella aventura mental. Sentía una corriente de aire que los succionaba a donde nadie jamás ha pasado.
Aterrizó en un lugar que la entrada tenia un arco de bienvenida que decía “El Otro Lado del Espejo”. Lo cruzó. Caminó mucho mas no le causaba gran asombro ese lugar. Veía que todo era casi igual, con ciertas variaciones pero quería saber porque había llegado ahí. Entró a una calle en donde estaba gran parte de la gente que conocía en su barrio. Ellos lo veían pero al parecer no lo conocían. Mientras saludaba todos lo miraban con cara de extraño, cual forastero recién llegado. Él sabía que toda esa aventura era un sueño. Quería despertar y sentía que había gastado tantos minutos en ello hasta que alguien, con aspecto viejo y desaliñado caminando en frente de él y con ánimos de saludarlo se le acercó y dijo: Hola, Angel, ¿como estas?. Asombrado por la apariencia del hombre y tan quieto como cara de fotografía alcanzó a decir: Bien, ¿tú como estas?
_Muy bien, te estaba esperando.
_ ¿Como? Pero…
_Sí, he estado esperándote desde que has estado tan sólo; tan tú.
_ ¿Y como sabes eso?
_ ¿Que como lo sé?, mírate en el espejo y te darás cuenta de porqué lo sé.

El hombre tomó a Angel por el brazo y se elevaron por el aire, levitando palabras y emociones. Andaban por el viento caminando, como pisando tierra firme, ni un movimiento de aleteo o algo así para mantenerse en el aire.
Angel lloraba de emoción porque apreciaba sensaciones que en la vida había saboreado. Al cabo de cierto paréntesis de silencio el hombre dijo que se llamaba Legna. Le hablaba con un tono tan suave, comprensivo, calmante de penas, en fin, esperanzador. En el viento Legna le mostró a Angel tanta gente que él conocía. Todos aquellos desdichados que en la vida real conocía, en el sueño eran tan felices y todos aquellos felices en vida real, por el contrario tan infortunados.
Sus recuerdos se volvieron tajantes como a flor de piel cuando vio a la mujer que perdió y por la que se arrepiente mucho de tantos hechos irónicos y de desamor. Ella andaba sola caminando por calles y avenidas, con las manos extendidas. Legna le explicó cual psicólogo que sus manos estaban así porque esperaba una mano compañera que la llevara por su rumbo, acompañada y llena de tantas sonrisas, besos y caricias. Le manifestó también que andaba solitaria aquí porque seguramente en la vida real estaba acompañada y que no sabía si ese acompañante era Angel u otra persona. Angel por su parte se sintió miserable al saber esa noticia y hasta pensó en quedarse por esos lugares para llegar hacia ella, reconquistarla y no perderla de nuevo.”Ni lo pienses” –dijo Legna- leyendo hasta sus pensamientos.” ¿Que? Porqué lo dices” – respondió Angel.
_ No puedes quedarte acá, este no es tu mundo, yo se que has pasado por penas muy marcadas últimamente pero créeme que aquí vivo yo y no tú. Yo fui quien te trajo acá y desde hace tiempo he estado esperando por comenzar este sueño y decirte tantas cosas.
_ Yo me quiero quedar aquí, es por ella que estoy así.
_ No, no hay manera de entrar acá y en caso de que entraras serias todo lo contrario a lo que eres en tu vida. Sin más palabras qué mediar Angel supo que Legna tenía la razón e igualmente recordó todo las buenas cosas que había construido poco a poco. Pensó en todos los años que han pasado para cumplir sus metas y todas aquellas que le faltan por trabajar y cumplir además de todo el tiempo que ha invertido para las que actualmente disfruta, lo poco que le falta para graduarse y la corta pero querida vida que ha disfrutado y por supuesto su familia, su cuarto –trono diario y consecuente.
En tan pocos segundos se quitó la idea de la cabeza. Dejó de mirarla a ella en su caminar y hasta deseo que divagara tanto en ese mundo para que en vida real fuese muy feliz, con o sin él. Legna le dio unas pocas pero tantas razones para volver a ser feliz consigo mismo que lo que más le quedó fue abrazarlo por tan fiel y necesitada ayuda para luego despedirse. En ese instante Angel empezó a descender con otros ánimos, con otras esperanzas y con sonrisas pensadas, solo para gastarlas en su felicidad. Lo dejo todo allí como lo encontró, no pensó siquiera en cambiar nada porque si lo hacia su vida por el otro lado iba a tomar otro camino. Sus amigos igual y ella en su constante buscar.
Mientras bajaba Legna gritó “si quieres saber quién soy yo realmente, cuando despiertes búscame en el lugar en donde sabes si estas bien arreglado”.
Angel bajó finalmente y sintió un ambiente mas relajado en su descenso. Despertó de su sueño y mientras estiraba sus huesos y músculos recordó su aventura, así que fue corriendo al espejo y fue allí donde vio que Legna lo saludaba con una sonrisa idéntica a la suya.
Estimando la ayuda de Legna dijo: “gracias”.

Mi Día de Buena Suerte

A Ruth Torín Ollarves
No solamente los encabezados son los que dan ese interés especial en cualquier texto, artículo u otro tipo de escrito. También hay párrafos que no llevan títulos y son muy interesantes. Tal es este caso, que tiene cierto tipo de discordia, tanto en lo que voy a relatar como en su rótulo, sin embargo un consejo sí les doy: Para opinar hay que analizar muy a fondo. Me llamo Paúl Cortés. Para aquel tiempo tenía diez años, ahora tengo quince.
Estudié en una escuela llamada "El Soro" aunque yo siempre la llamé el "Zorro" ya que él era mi héroe favorito.
Mis amigos siempre decían que yo era el ave de mal agüero, y por lo tanto en pocas oportunidades jugué con ellos. Siempre fui muy desdichado con respecto a las amistades y la suerte. Ahora estoy muy pero muy feliz; adoro este mundo.
Todo me salía mal, nunca algo me resultó como yo quise, excepto aquel día. Siempre Mama tenia que ir a mi escuela para excusarme por mis retardos, porque todo el tiempo yo estaba apresurado y por consiguiente muy retardado. Todos los días me despertaba muy tarde, diez o quince minutos antes de entrar a la escuela y cuarenta y cinco minutos después de que el reloj despertador sonaba. Salía de mi casa sin desayunar, todo desarreglado y si no se me olvidaba algo era de milagro, porque siempre tenía que regresar en busca de cualquier cuaderno o implemento insignificante que de no llevarlo reprobaría cualquier evaluación.
Al momento de tomar el autobús todo era igual. Cuando llegaba a la parada, me sentaba en el banquillo de espera y siempre tenía que dárselo a una señora que de Lunes a Viernes iba a aquella parada con un niño en brazos, y yo, por educación y caballerosidad se lo cedía, y después de dárselo repetía esa frase ridícula que de tanto escucharla logré grabarla en mis desordenadas neuronas: "Gracias, mi niño siempre muy caballeroso con las damas", ¡Vieja tonta!, nunca la soporté. Cuando el autobús se aproximaba a la parada, todos caminaban hacia el vehículo, pero yo, para ganarle tiempo al tiempo, corría un poco para entrar de primero, sin embargo mis intentos eran inútiles; todos asumían una actitud salvaje y se movían sin orden y coherencia. Blasfemaban unos con otros, se golpeaban..., y al momento de mi turno alguien siempre se adelantaba. Yo le exigía un poco de paso: "Es mi turno, no abuse" y me respondían: "Cállate o vete a tu casa mocoso".
Permanentemente ocurrieron esas situaciones de las que ya estaba acostumbrado hasta tal punto que para justificarlas las incluía en lo cotidiano de mis salidas a la escuela. De todos modos lograba entrar al autobús para esperar quince minutos de pie hasta llegar a la escuela.
Un día, muy diferente a los míos, todo fue distinto. Mi suerte dio un vuelco total. Aquel día, lunes específicamente, desperté muy temprano, a las cinco en punto de la mañana. Tuve tiempo para todo: desayuné, arreglé mi ropa y salí a la parada de autobuses con mucho tiempo disponible. Al llegar a la parada todo salió bien. Me senté en el banquillo de espera y no hubo señora alguna con niño en brazos exigiéndome el asiento. Lo mejor de todo fue la ausencia de los salvajes que esperaban el autobús siempre, solamente había ancianos muy educados. El autobús llegó dos o tres minutos después de haber llegado allí. Entré sin dificultad. Llegué a tiempo a la escuela y hasta un fuerte aplauso recibí por iniciativa de mis compañeros mas no por mandato de la profesora. Mis amigos me brindaron ese día una sincera amistad sin excepción. En fin, todo estuvo bien. Al salir de la escuela me fui en un grupo, con mis amigos. Hablamos de todo: de niñas, juegos, etc. Cuando llegamos a la avenida era necesario que el grupo se disolviera para que todos fuésemos a nuestras casas. Yo era el único que debía cruzar la avenida para tomar otro autobús, así que, me orillé a la acera para esperar el despeje de la avenida. Paco, uno de mis amigos, vivía cerca de la escuela, por ello se fue caminado. La avenida quedó desierta, pero no del todo, porque a mi izquierda y desde una cierta distancia se distinguían algunos carros, no muy lejos. Tenía oportunidad de cruzar. Me encaminé al otro lado de la calle y cuando iba por la mitad de la avenida Paco me llamó, supongo que fue para decirme algo que olvidó comunicarme, yo por simple agradecimiento a su amistad, volví hacia él. Por mi derecha se aproximaba una gran ola de autos...
_Vamos, Paúl, debes bajar a cuidar el nuevo chico que te asigné.
_Sí, sí, ya voy San Pedro.

"Tiempos de Libertad"

Diciembre de 1856 y el Teniente Jeremías, siguiendo órdenes de su superior, el General Eutimio Contreras, estuvo atento de que todos sus hombres cubrieran toda la llanura, sin dejar de vigilar un solo rincón del campo de batalla. Unos quince días antes el ejército rebelde había recibido una carta de parte de espías aliados en donde decía que el ejército colonial iba a arremeter nuevamente incluso con más soldados reclutados y con más artillería recientemente importada de España e Inglaterra. Desde ese entonces el general Eutimio había ideado estrategias importantes con el fin de doblegar toda fuerza enemiga que había estado sometiendo al pueblo, razón por la cual el ejército rebelde tomó otra cara. Entre las tácticas aplicadas estaba la ubicación de diferentes batallones por todos los flancos: pequeñas colinas, senderos, matorrales, un río cercano e incluso los animales salvajes eran indicadores de cualquier presencia. El ejército colonial no supo nunca que en sus filas había un espía del ejército rebelde e incluso soldados del rebelde interceptaban incautos enemigos que iban al río a darse un baño y los apresaban y torturaban en busca de información adicional. Algunos débiles decían todo o lo poco que sabían y otros, en cambio ni una palabra y tanto ellos como los que daban información eran fusilados y dados como alimento a las pirañas del río. El ejército rebelde había aumentado su eficiencia y estrategias de guerra gracias al entrenamiento que habían recibido una cantidad de hombres enviados a Haití y a otras partes del caribe en donde los avances militares eran el pan de cada día. Habían pedido ayuda a otras fuerzas del país pero lamentablemente nunca recibieron respuesta. Toda fuerza humana era alentada a participar en la liberación de aquella región y la petición fue tan aceptada que hasta los niños se prestaron como pequeños soldados que enviaban información y correo a batallones lejanos entre sí. Las mujeres por su parte eran las que cosían toda clase de uniformes de campaña y batalla minuciosamente diseñado para camuflarlo con las hierbas y plantas existentes. Los tejidos se los proporcionaban unos disidentes holandeses que vivían en ese pueblo y habían instalado un laboratorio y el camuflaje era una innovación traída del ejército francés.

Jeremías asumiendo su gran compromiso de Teniente permanecía con los ojos bien abiertos y todos sus sentidos bien agudizados. En momentos confusos pensaba en su bella Amanda quien había dejado en aquella escuela que sirvió de albergue para tanta gente que había quedado sin nada luego de la arremetida anterior por parte de las tropas enemigas. Ella estaba muy confundida, deprimida y llegó a sentir asco por los hombres luego de que uno de los del ejercito colonial la violó. No quería ver a Jeremías ni saber de él siquiera. La última vez que él la vio fue minutos después de ser asquerosamente ultrajada, tirada en el piso, con el vestido roto, con la boca ensangrentada, el honor hinchado y con los ojos tan abiertos perdidos en el cielo. Entro en un constante shok, razón por la que sus familiares estaban muy atentos de ella. Jeremías sentía muchas ganas de estar con ella, de apoyarla, de consentirla y hasta llegó a pensar en dejar la maldita guerra e irse corriendo a los brazos de su princesa pueblerina, pero ella no quería verlo ni él podía hacerlo, además de que el compromiso en la guerra era inmenso, sin embargo sus deseos de libertad eran hasta mas fuertes y volvía a aquel momento llegando a odiar aún mas al hombre que oso ultrajarla días antes y sin saber aún quien era.

A eso de las 11 de la mañana se escucho el grito de la campana. Era uno de los soldados quien trepo un árbol para anunciar el momento de la llegada de las tropas enemigas. Era un contingente grandísimo “Son un montonal, demasia’ gente, mi general” dijo la campana.“Todo el mundo alerta que se acercan” -grito el general Eutimio.La adrenalina se activó en todos los hombres, los perros que estaban cerca de los soldados pudieron percibirla ya que comenzaron a ladrar y un panal de abejas que estaba ubicado en un árbol cercano, se perturbó por completo. Los soldados empezaron a realizar sus cortas oraciones pidiéndole a Dios que los ayudara no a vivir sino a liberarse de ellos. Las mujeres fueron avisadas y empezaron a preparar las medicinas en la edificación que habían tomado como hospital y con ayuda de unas monjas de una misión cercana que no eran enemigo de nadie.Amanda de repente entró en si. Se reincorporó, al parecer, había olvidado en gran parte, el hecho que ya hacía un mes la había marcado. Había estado en un lapso casi de latencia psíquica por ese tiempo y se tomó unos minutos para saber en donde estaba, estiró sus huesos, reconoció muchas de las cosas que tenía en frente y a su alrededor y se dio cuenta de la prisa que toda la gente tenía. Al preguntar qué sucedía sin vacilar un segundo puso su ayuda a la disposición de todos y de todo.

Era necesario ser pioneros y llevar la delantera con ataques. Los cañones dados en contrabando por Francia ya estaban preparados desde antes así que solo basto con encender la mecha y disparar los primeros proyectiles para comenzar la batalla. Los coloniales no se imaginaron esta embestida y extrañados de lo que pasaba no supieron qué hacer por unos cuantos segundos. “Continúen pelmazos”, dijo el General Balladares, “que no podemos parar, esta batalla es nuestra”. Enseguida una línea muy grande de soldados coloniales empezó a disparar con sus armas manuales y atrás los cañones respondían a la ofensiva rebelde. Varios soldados enemigos siguieron caminando sólo unos pocos metros y se desplomaron porque sus cabezas en la tierra fueron los primeros resultados sangrientos. Los hombres a pies y ubicados en el frente, se abalanzaron primero y empezaron a luchar de hombre a hombre con espadas y armas de la época. El ejército rebelde había instalado unas trampas en el suelo hechas de palos filosamente tallados pero lamentablemente algunos de los rebeldes perecieron allí, clavados por completo y dando las primeras bajas de estos. Otros, también a pié, desde puntos estratégicos, bien escondidos y camuflados, disparaban sus carabinas para apoyar a los espadachines.La ventaja de los rebeldes consistió en los ataques por todos los flancos. Los soldados que estaban en las colinas disparaban atinándole a los caballos y a la cabeza de los que iban a pié del ejercito colonial. Muchos brazos y piernas fueron cercenados por los cortes certeros de las espadas, gritos de dolor abrían el mediodía y los sentimientos de lucha y libertad crecían más y más a medida que la batalla avanzaba. El Teniente Jeremías, a caballo, avanzaba de metro en metro luchando con enemigos que estaban a caballo logrando poco a poco aniquilar a muchos de ellos.

La guerra, como todas, se estaba tornando aún más sangrienta. El acometido del ejército colonial era ganar la ciudad que los rebeldes ocupaban y el del rebelde era devastarlos a todos y lograr su libertad que no se sabía si era en esa o en otra batalla. De pronto un contingente grande de campesinos que vinieron armados con machetes y ganas de ser libres, se unió al ejército del General Eutimio. El General Eutimio, por su parte, luchaba y comandaba la batalla muy inteligentemente haciendo que sus soldados triunfaran en aquella ofensiva.El soldado Patiño, herido en un brazo, logró llegar a Jeremías, “Ese es...” le dijo. Por un momento Jeremías quedó inmóvil, no supo cómo manejar la situación. Sus funciones vitales aumentaron, sintió que su sangre iba a salir disparada a chorro corrido por sus oídos, nariz y boca. Por un instante pudo reincorporarse y se bajó de su caballo, caminó sigilosamente hacia un enemigo en específico, sin quitarle la vista. Marchó por entre los guerreros, cubriéndose de sus hombres, dejando también que este avanzara mas hacía él. Sólo basto un instante para tenerlo frente a frente y con su arma le disparó en una pierna, lo tomo de un pié y lo arrastró hasta debajo de un árbol.Jeremías no dijo una sola palabra y el colonial no tuvo tiempo de decir algo. Le dio un disparo en la otra pierna. ¡¡Aaaaa!! Fue el grito que se escuchó cuando sonó el segundo disparo. El colonial temblaba, jadeaba y miraba a los ojos a Jeremías. Fue ahí cuando el rebelde subió lentamente su arma. Ese momento fue lánguido. Una gota de sudor que se traducía en miedo mezclado con justicia se deslizaba por entre el pelo de Jeremías, baño el arma y dio pié a un balazo en medio de las piernas del colonial. El dolor fue grande, extremadamente grande. Jeremías gozó completamente el dolor de aquel hombre, sus movimientos lo alimentaron. Disfrutó todos y cada uno los instantes de dolor del colonial. Finalmente este murió. De tal manera, tomó su espada y la enterró en el estomago del colonial. Esta traspasó tanto que hasta se enterró al árbol en el que el colonial estaba apoyado.Continuó clavando una y otra vez la espada que también se le enredaba en las costillas del hombre. Le dio una cortada en el cuello y el caudal de la sangre que emanaba era mucho y bañaba a Jeremías y sin importarle lo asqueroso del momento continuaba gracias a lo que sentía. Un soldado rebelde veía con terror cómo los intestinos del colonial explotaban y se regaban por el suelo. No tuvo tiempo de hacer nada porque la situación lo dejó sin aliento. No tuvo siquiera ganas de vomitar. El colonial continuaba abierto por la mitad de su cuerpo derramando no solo su sangre, estomago e hígado sino también su colonialismo. Otro soldado rebelde fue a separar a Jeremías del colonial. El General Eutimio vio la situación y dijo al soldado “Déjenlo tranquilo porque tiene muchas razones para matarlo” sin embargo tuvo que irse de allí porque tantos órganos regados por doquier no producían buenas sensaciones.Habían pasado poco más de una hora desde que la contienda empezó. La mortandad era infinita. Esta vez más heridos coloniales y muertos que los rebeldes, situación que no se vio en la batalla anterior.Una de las señoras del pueblo, Lola, sigilosamente pudo llegar al campo de batalla. Antes de llegar a hablar con el General Eutimio pasó cerca del lugar en donde Jeremías estaba dando muerte al colonial. La madam quedó atónita, sabía que la guerra era sangrienta pero jamás imaginó que era a tal punto. Cuando vio al colonial ya estaba hecho una mezcla de huesos y órganos regados y Jeremías estaba saliendo de ese lugar en donde mató al hombre, completamente salpicado y mojado de sangre colonial y llegando a ser otra vez, ese Teniente que era parte importante de la guerra de independencia.La madam se detuvo en un árbol cercano a vomitar y a recordar tan asqueroso hecho. Fue vista por Jeremías. Preocupado le dijo:

_ ¿Sra. Lola que le pasa?

_ Usted estaba matando a ese hombre. -Le dijo con las manos en la boca, tratando de no seguir vomitando.

_ Era el enemigo, Sra. Lola.

_ Sí, era el enemigo, pero ¿porque así, de esa manera? no le bastó con dispararle con su arma.

_ No, no me bastó. No solo era un colonial, sino también violador.

Se quedaron en silencio por unos segundos y viéndose a los ojos el uno al otro. La Sra. Lola abrazó a Jeremías con una sonrisa de satisfacción, entendiéndolo a él y entendiendo todo. Jeremías le dijo: “Pero alégrese, porque al parecer ya vamos a tener libertad.